“Era tan exuberante que sólo podía fracasar” así describe el New York Times al fallido proyecto de diseño y renovación extrema del gobernador Rockefeller, allá por los años 60 en la ciudad de Manhattan. Este fracaso daría lugar a una formación particular.
Situada en el actual Battery Park, (en el extremo sur de Manhattan) y entre los años 60 y 80, existió una especie de playa.
Y decimos “especie” porque en realidad era un banco de arena abandonado, de un proyecto inconcluso que los habitantes de Manhattan no tardaron en convertir en playa.
Pero eso no es lo más raro de la situación, esta zona era un vertedero: se utilizó tierra y material de desmontes de zonas aledañas, que fue injertado sobre el lecho fluvial y ¡Voilá!, playa hipster nueva (esta zona se encuentra a orillas del Río Hudson).
“Técnicamente, la arena no estaba destinada al uso público. Pero Manhattan no es la isla habitual, y las playas son lo que los habitantes de Manhattan dicen que son: aceras, techos de papel alquitranado, capós de automóviles o, en este caso, acres y acres de vertederos.” Describe el New York Times.
Si bien la entrada estaba prohibida, artistas y fotógrafos lograron ingresar al lugar, creando anécdotas inolvidables.
Otro dato interesante: estas playas estaban al lado de las Torres Gemelas, que quedaron plasmadas en muchas de las fotos de las sesiones bizarras que se tomaron en esas épocas.
La escultora Nancy Rubins, recogió desechos allí mismo y los recopiló en lo que finalmente se convirtió en una estructura de 4.5 metros. “Fue una lección de humildad trabajar en ese sitio”, dijo. “Yo era joven y el lugar era tan grande”.
La arenosa tierra de nadie al oeste del World Trade Center era un escenario vacío, para el que a los neoyorquinos no les faltaban ideas.
A los diseñadores gráficos ambientales David Vanden-Eynden y Chris Calori, les gustaba tomarse la tarde para sentarse al sol. “Aún no había nada allí y había unas vistas espectaculares de las torres y del otro lado del río”, dice Vanden-Eynden.
Él y Calori llevaban una sombrilla, que ataban a un palo de escoba o a un trípode para poder levantarla sobre sus cabezas. “Solíamos ser bastante inventivos en nuestra pobreza”.
En 1982, la artista conceptual Agnes Denes instaló uno de los proyectos de arte público más emblemáticos que Nueva York. “Wheatfield – A Confrontation” que constaba de dos acres de trigo a una cuadra de Wall Street.
Denes y un equipo de asistentes plantaron el trigo en el transcurso de un mes.
“Trabajaba 16 horas al día”, comenta “No tenía dinero para contratar a nadie que me ayudara. Tuve que volver a casa después de terminar el trabajo en el ‘Wheatfield’ y preparar sándwiches para los voluntarios para el día siguiente, porque no podía pagarles”.
A mediados de la década de 1980, se volvió a elaborar un plan maestro para la zona y, en el año 2000 la playa bohemia dio paso a rascacielos y parques.
Aunque pocos rincones de la ciudad de Nueva York conservan tanta libertad de espíritu como el vertedero de Battery Park City hasta el día de hoy, estas fotografías nos recuerdan que de cada falla arquitectónica podría surgir una vibrante, aunque breve, experiencia cultural propia.
¿Conocías estas historias? ¿Qué te parece la idea de ver arte en lugares disruptivos o poco habituales? ¡Te leemos!